Las “Apreturas del Río Almonte” es una impresionante zona natural de la provincia de Cáceres que se encuentra dentro del Geoparque Mundial UNESCO Villuercas-Ibores-Jara. Un paisaje espectacular que se compone de cañones estrechos formados por el paso del río Almonte y una geología singular que se denomina “Apalachense”. Si os gustan las pelis de indios y vaqueros echadle una mirada a las paredes, a las crestas de esas montañas y os podéis hacer una idea de dónde viene el término.
¿Qué podemos destacar de las
“Apreturas”? Pues un paisaje con paredes súper escarpadas de roca que, como
digo, han sido erosionadas por el Almonte formando un profundo cañón. De hecho,
el término “apreturas” se refiere a lo estrecho del cañón por el que transcurre
el Almonte dando la impresión de que las paredes van a cerrarle el paso. Es un
lugar perfecto para practicar senderismo porque existen multitud de rutas para
todos los niveles de experiencia que te van a permitir disfrutar de unas vistas
del río y del cañón espectaculares enmarcadas por esa geología que decíamos
antes: la apalachense.
Vamos con algunos “síes”
condicionales:
1.- Si miramos hacia arriba es
muy posible que encontremos rapaces como el buitre leonado (muy abundante) el
águila perdicera o el halcón peregrino que tienen su hábitat perfecto en los
cortados de roca que se descuelgan verticales y que te hacen preguntarte que
por qué no has estado aquí antes si tienes este paraje a menos de hora y media
de tu casa. Nada más empezar la ruta caminamos con la Peña Buitrera a nuestra
izquierda colonizada por estos pajaritos tan simpáticos.
2.- Si eres de los que, además,
te gusta el verde y le vas explicando a tus compis de ruta qué tipo de árbol es
aquel o aquel, te vas a poner ciego de ver encinas, alcornoques, robles,
vegetación de ribera, jaras y demás matorral mediterráneo. Además, entre ese
verde se esconden algunos amigos como los ciervos, corzos, jabalíes, tejones e
incluso linces. Si veis alguno: ¡premio!
3.- Si eres como yo…. de los que se aguantan a sí
mismos y pueden hacer una ruta senderista en perfecta soledad, el río Almonte y
su entorno ofrecen una sensación de aislamiento y tranquilidad ideal para
desconectar del rollo urbanita y reconectar con la naturaleza en su estado más
puro. En definitiva; que sea como sea es una ruta totalmente aconsejable para
cuerpo y alma. Eso sí; si decides hacerla en compañía la ruta que propongo
procura realizarla con gente competente y que no se ande quejando cada dos por
tres. Hazme caso.
Esta ruta sale del pueblo de
Cabañas del Castillo que ya te está transportando a una época en la que todo
era más pausado y se vivía de otra manera; supongo que la palabra estrés no
existía por entonces. Esas casas y ese suelo de las calles empedrado…. Los hay
que suben directamente al Castillo, pero nosotros no lo hacemos ahora; como
somos como los boinas verdes lo vamos a dejar para el final puesto que aquí
hemos venido a disfrutar, pero también a sufrir físicamente un poco. Pues eso,
que decía que salíamos del pueblo con ese castillo presidiendo toda la zona y
nos quedan por recorrer más de 18 kilómetros para volverlo a ver.
Realmente, vamos a disfrutar
primero de la Garganta del Río Santa Lucía que nos hará dar una vuelta en
sentido inverso a las agujas del reloj hasta llegar a las Apreturas por lo que
si realmente no tenéis mucho tiempo podéis ir directamente de Cabañas del
Castillo a las Apreturas, pero os advierto que os perdéis mucho.
Nosotros iniciamos con una bajada
de unos 100 metros de desnivel hasta los 600 más o menos durante unos cuatro
kilómetros por la garganta del río Santa Lucía. Es un trayecto que empieza por
un camino abierto entre jaras muy bien conservado y continua hasta el Collado de Zahurdones en el que, además
de una vista acojonante de la garganta, comienza una especie de pista forestal
que te llevará en bajada casi continua hasta el Puente de la Pasadera tras el cual y en una curva a la izquierda,
empezar a subir por la misma garganta, pero por el lado contrario.
La segunda parte comienza con esa
subida que no es nada pronunciada (muy tendida). Ahora, a nuestra derecha,
mientras caminamos por el Camino de la
Ortijuela tenemos los impresionantes riscos de la sierra de la Ortijuela (unos 300 metros más arriba, claro) y ya
sobre el kilómetro 9 iniciamos otro descenso de casi 4 kilómetros por el camino
de la Orijuela que abandonaremos en el kilómetro 10, en un giro a la izquierda,
por un sendero que nos va a llevar en otro descenso que acaba siendo bastante pronunciado
y técnico hasta el puente sobre el río Santa Lucía. Insisto, el descenso se
complica un poquito al final
La tercera parte comenzaría en el
puente que nos va a llevar “directamente y llaneando” a las APRETURAS DEL
ALMONTE. Solo os puedo decir que si sabéis interpretar las curvas de nivel de
un mapa le echéis un ojo. Son dos impresionantes paredes de 600 y casi 700
metros de altura que verdaderamente parecen que van a cerrar el rio. Fotos,
fotos, más fotos y desandamos lo andado hasta el puente para iniciar la subida
al castillo. Es una sensación increíble ya que has visto previamente como se
juntan los dos ríos y el Almonte acaba ganando y cogiendo fuerza. Hay un montón
de piedras grandes donde sentarte a pensar, a comer, a mirar el paisaje o a,
directamente, no hacer nada. Una maravilla. A mí se me hizo como una especie de
Salto del Gitano en miniatura, pero vaya… no me hagáis mucho caso.
La cuarta parte es ya “la subida”.
Lo dicho; que nos queda una subidita de casi 300 metros de desnivel que van del
kilómetro 15 al 17,5… los matemáticos que calculen el porcentaje porque yo soy
de letras, pero puedo decir que es la parte más exigente de esta ruta; por la rampa
y por la decisión de hacerla al final de la ruta. Es lo que define a esta como
“moderada” en mi particular ranking. Ahora bien; si marcáis un ritmo medio y controláis
la respiración se hace en menos de 40 minutos y sin mucho problema porque se
hace por una senda que está cubierta por la sombrita de los árboles hasta que
te encuentras otra vez con el Castillo que tienes que subir. Ojo cuidado porque
aquí viene lo duro de la ruta realizada en este sentido: No te emociones y
aprietes cuando vas por el pueblo porque cuando el asfalto se acaba y aparece
el caminito que sube al castillo es cuando empieza a rascar de verdad la ruta.
La subida al castillo es corta y bastante dura por los kilómetros que llevas ya
en las piernas, pero una vez que subes las vistas son realmente acojonantes.
Descansas, bebes, comes y bajas al pueblo. Acabaste. Enhorabuena.
En definitiva; es una ruta
maravillosa para deshacerte del estrés de la semana, para compartirla con
amigos, para hacerla solo. Pero sobre todo es una ruta para realizar,
desconectar y volver a casa con una hemorragia de endorfinas.